Revista (Blog)

 
GEOLOGÍA
1 de Abril de 2010
GEOLOGÍA DE LA SIERRA DE LÚJAR
GEOLOGÍA | Jose Antonio Díaz  
 
Sierra de Lújar   En este artículo describimos los aspectos geológicos de la Sierra de Lújar. Presentamos su situación dentro de la Cordillera Bética, identificacmos los materiales que la componen, la historia geológica que han sufrido estos y la estructura de la sierra. También se hace una introducción a la Hidrogeología, geomorfología y actividades mineras.
Ubicación dentro de la Cordillera Bética:

La Sierra de Lújar se encuentra enclavada en las Zonas Internas de la Cordillera Bética y por tanto pertenece al Sistema Penibético. Las Zonas Internas agrupan a los materiales que forman el núcleo de la cordillera y por tanto sus rocas son las que han padecido una mayor deformación y metamorfismo durante la formación de la cadena montañosa. Incluyen a las rocas visibles más antiguas en la Cordillera Bética.
 

 
Las Zonas Internas se encuentran divididas en varios Complejos, o conjuntos de rocas con características similares:

•    Complejo Nevado-Filábride (Sierra Nevada, Sierra de Baza y Sierra de los Filabres): Son rocas que han sufrido intensamente deformaciones y metamorfismo, durante la formación de la cadena montañosa.

•    Complejo Alpujárride (Sierras de Mecina, Lújar, Albuñuelas, Cázulas, Chaparral, Tejeda y Almijara): ocupa una posición intermedia dentro de las Zonas Internas. Sus rocas también han padecido importantes deformaciones y procesos metamórficos, si bien, de menor intensidad que las del Complejo Nevado-Filábride.

•    Complejo Maláguide (Sierra de Cogollos Vega): aflora escasamente en la provincia de Granada. Los materiales que lo componen muestran signos evidentes de deformación y metamorfismo, sin embargo, estos han sido de baja o muy baja intensidad.

Las rocas que componen la Sierra de Lújar están incluidas en el denominado Complejo Alpujárride. Este a su vez está formado por una serie de unidades, entre las que se encuentra la Unidad de Lújar-Gádor.
 



Las rocas de la Sierra de Lújar:

Como hemos comentado las unidades del Complejo Alpujárride han sufrido importantes procesos geológicos. Esto causa que existan dificultades a la hora de delimitar y definir las diferentes unidades que la componen, cuestión por la que existen, en la actualidad, divergencias entre diferentes investigadores. No obstante, si hay un acuerdo general sobre la sucesión típica de rocas que posee cualquier unidad alpujárride. Existen dos tramos o formaciones bien definidas:

 
Tramo inferior o “metapelítico”: formado por rocas silíceas, en las que destaca la foliación o esquistosidad, dándoles un aspecto pizarroso. Las rocas más abundantes son las filitas, esquistos y cuarcitas. Estos materiales son el producto de la transformación metamórfica (mediante el calor y la presión) de rocas sedimentarias, probablemente de medios fluviales: arenas, limos y gravas. Las filitas son las que afloran en mayor extensión y en las Alpujarras y Contraviesa, son conocidas popularmente como “launa” y han tenido y tienen una gran importancia en el aislamiento e impermeabilización de los techos de las construcciones tradicionales de la zona. Aunque no existen dataciones a partir de fósiles, por su posición dentro de la sucesión de rocas se les atribuye una edad Permo-Triásico inferior. Los esquistos y cuarcitas situadas por debajo de las filitas se les supone una edad mayor y por tanto de edad Paleozóica indefinida.

Tramo superior o “carbonatado”: formado por rocas ricas en carbonatos como la calcita y la dolomita. Las rocas más frecuentes son las calizas y dolomías más o menos marmorizadas (proceso por el que los carbonatos recristalizan, aumentando de tamaño y dando un aspecto granulado a la roca). Estas rocas fueron inicialmente sedimentos depositados en fondos marinos a escasa profundidad y por tanto no muy alejados de la línea de costa. A pesar de que la inmensa mayoría de rocas han perdido sus texturas y estructuras sedimentarias (por efecto de la recristalización interna), existen pequeños enclaves que han permitido la identificación de algunos fósiles (especialmente interesante e importante es la serie estratigráfica de la Sierra de la Joya, muy próxima a Sierra de Lújar, en la que se han descrito e identificado estructuras arrecifales). Por ello se ha podido determinar la edad del tramo o “paquete” carbonatado de las Unidades alpujárrides, que es: Triásico medio-superior (240 a 205 millones de años).
 
 
 
 
Breve historia de las deformaciones de las rocas de las Zonas Internas:

Los materiales que forman la Unidad de Lújar-Gádor, han sufrido una historia bastante compleja y que vamos a tratar de resumir:

•    Como no existen rocas más modernas que el Triásico superior (205 millones de años), se supone que desde esta época las rocas del Complejo Alpujárride han permanecido emergidas, o cuanto menos no ha recibido aporte sedimentario posterior. Estas rocas se asignan a la denominada Microplaca de Alborán o Placa mesomediterránea, por lo tanto se dice que estas rocas pertenecen al “Dominio de Alborán”. Esta placa tectónica se ubicaba entre la Placa Ibérica (Euroasiática más tarde, cuando se formaron los Pirineos y se soldó a Europa) y la Placa Africana. Podríamos imaginar que estas unidades alpujárrides formaron una serie de islas o pequeño continente en el “mediterráneo occidental” situado a medio camino de la Península Ibérica y África.

•    Se estima que, aproximadamente, al mismo tiempo que se terminaba de formar la Cordillera Pirenaica, durante el Oligoceno (hace unos 34 millones de años) comenzaba la colisión entre las Placas ibérica y mesomediterránea.  Los datos obtenidos de las rocas del Complejo Alpujárride, sobre la presión y temperatura sufridas, nos indican que estas rocas que estaban en superficie, sufrieron un “enterramiento” hasta unos 30-40 kilómetros de profundidad. Fue durante esta fase cuando, probablemente, se produjo una ¡duplicación!!! en el espesor de la Corteza Continental (evaluado aproximadamente en unos 70 km), en alguna región al Este del Dominio de Alborán. Esta duplicación fue producida por el apilamiento de los Complejos de las Zonas Internas, en un contexto de colisión continental . De esta forma el Complejo Nevado-Filábride se encontraría en la base de este apilamiento, el Complejo Alpujárride estaría en posición intermedia y el Complejo Maláguide cubriendo a este último. En este momento es cuando el metamorfismo alcanza su mayor intensidad, especialmente en cuanto a la presión se refiere.
 
•    En las rocas del Complejo Alpujárride ha quedado registrado el momento en que el metamorfismo baja de intensidad y por tanto permite establecer cuándo comienzan a ascender las rocas hasta ocupar la posición actual. Lo verdaderamente significativo es que el enfriamiento de las rocas no se produjo paulatinamente, sino que fue en un intervalo extraordinariamente corto de 21,2 a 20,4 millones de años (Mioceno inferior). La descompresión se inició un poco antes hace unos 25 millones de años (Oligoceno terminal) y la elevación fue extremadamente rápida y llevó a las rocas alpujárrides a la superficie terrestre, donde comenzaron a erosionarse entre los 21 y los 19 millones de años (Mioceno inferior). Todos los investigadores coinciden que es durante esta descompresión, cuando se formó la foliación o esquistosidad que es tan visible en las rocas del tramo metapelítico de las Unidades alpujárrides.

•    La característica más singular de las Zonas Internas es el despegue extensional que se produce entre los complejos y dentro de estos, en las unidades que los componen. La descompresión iniciada hace 25 millones de años (Oligoceno terminal) se prolongó hasta hace sólo 10 millones de años!!! (inicios del Mioceno superior). De esta forma se produjo un colapso (caída) gravitacional del apilamiento de los complejos y sus unidades. Se ha podido  precisar que el desplazamiento (Despegue extensional de los Filabres), hacia el Suroeste, del Complejo Alpujárride sobre el Nevado-Filábride, se produjo durante el Mioceno medio (hace 16,4 a 14,8 millones de años. Esto permitió la rápida exhumación y comienzo de la erosión del Complejo Nevado-Filábride a partir de los 9 a 11 Millones de años. Se especula que fue durante esta fase de despegue extensional cuando se formaron grandes pliegues (plurikilométricos) tumbados, en el seno del Complejo Alpujárride.

•    Finalmente se produce una acomodación de los complejos y unidades, que provoca la aparición de pliegues verticales de amplio radio y fallas normales de moderado y alto ángulo. La diferencia entre despegue extensional y fallas normales de bajo ángulo es función del desplazamiento que producen las mismas. Mientras en los despegues extensionales se establecen desplazamientos de, al menos, una decena de kilómetros, en las fallas normales de bajo ángulo el recorrido es inferior. No obstante,  no debe tomarse esta distancia como una referencia totalmente exacta.


Estructura de la Sierra de Lújar: Cortes Geológicos y esquemas:

Han sido innumerables las aportaciones tanto internacionales como de científicos nacionales desde el primer cuarto del siglo XX. Sin embargo no es hasta finales de los años 60, del mismo siglo, cuando F. Aldaya realiza una cartografía de detalle de las unidades alpujárrides y nevado-filábrides en el sector meridional y central de las Zonas Internas. Esta cartografía muestra una gran complejidad, especialmente en las unidades alpujárrides, estableciendo una gran cantidad de unidades que en esa época eran difícilmente correlacionables entre sí. Además, la teoría imperante era la de “Mantos de Corrimiento”. Esta teoría establecía que las distintas unidades montaban unas a otras, en régimen de compresión, siempre en dirección Norte-Noreste. La complejidad de la cartografía así como la idea de la compresión se manifiesta en el siguiente esquema de la disposición de los “Mantos de Corrimiento” elaborado por el mismo autor:
 
 
A mediados de los años 80, se produce un hecho crucial que supondría una revolución y cambio radical en la concepción de las deformaciones sufridas por los complejos de las Zonas Internas.  Fue de nuevo F. Aldaya el que identificó la primera estructura extensional, que en su momento se denominó: Falla de bajo ángulo o Accidente de Mecina. Esta falla forma parte de lo que actualmente se define como Despegue Extensional de los Filabres. Es el límite entre los Complejos Nevado-Filábride y Alpujárride.

Casi simultáneamente J. Campos y J.F. Simancas estudian la estructura interna de los “Mantos de Corrimiento” del Complejo Alpujárride, detectando los primeros pliegues tumbados plurikilométricos. Siguen manteniendo la nomenclatura de F. Aldaya para las unidades alpujárrides, pero ya incluyen el gran Despegue Extensional de los Filabres (Falla de Macina de la época). Pude observarse el deslazamiento hacia el Norte de los distintos mantos de las unidades alpujárrides.
 
 

A principio de los años 90, se identifican una gran cantidad de despegues extensionales y fallas normales de bajo ángulo. De esta manera muchos de los “Mantos de Corrimiento” originales pasan a ser unidades extensionales y por tanto de desplazamiento Sur-Suroeste. A principios del Siglo XXI, se establecen dentro del Complejo Alpujárride las denominadas Unidades Superiores, Intermedias y Superiores. Esta clasificación tiende a agrupar a las unidades alpujárrides en función de la sucesión de rocas y posición dentro del Complejo Alpujárride, reflejo de la intensidad de las deformaciones y metamorfismo sufridos. Así la Unidad alpujárride Lújar-Gádor queda definida como Unidad Inferior de todo el Complejo o “edificio” Alpujárride, ya que es la que contacta directamente con el Complejo Nevado-Filábride en el Despegue Extensional de los Filabres.

M. Orozco, en el año 2004 elabora un corte geológico de la transversal de la Sierra de Lújar, en la que combina todos estos elementos y detalla, también, como afectó a la Unidad de Lújar-Gádor, las fallas de bajo ángulo y pliegues de la fase de deformación más tardía (Pliegues de 2ª fase). Los materiales de La Contraviesa aparecen cabalgando hacia el Norte, conservando su carácter de “Manto de Corrimiento”. Esto no es compartido por otros investigadores, pues según ellos, las unidades alpujárrides presentes en La Contraviesa también son extensionales y por lo tanto se habrían desplazado hacia el Sur-Suroeste. En cualquier caso, no se pone en duda que la Unidad de Lújar-Gador pertenece a las Unidades inferiores del Complejo Alpujárride.
 

 

 
La Minería:

 
La Sierra de Lújar ha sido desde tiempos históricos, y posiblemente desde la edad de los metales fuente de minerales que han sido explotados con los métodos disponibles en cada época. En los tiempos más recientes llegó a desarrollarse una minería industrial del plomo y la fluorita dando lugar a la excavación de decenas de kilómetros de galerías e incluso al transporte por cable hasta el poblado de Los Tablones de Órgiva donde se procesaba el mineral extraído. Cientos de galerías perforan la sierra y aunque la mayor parte están cerradas o selladas, algunas permanencen abiertas y son lugar de refugio e invernada de varias especies de murciélagos. Asimismo existen numerosos pozos verticales de ventilación de estas galerías, algunos de ellos a ras de suelo y sin ningún tipo de protección exterior.

 
 
 
No se tiene constancia de cuándo se iniciaron las primeras explotaciones de menas metálicas en la Sierra de Lújar, si bien es posible especular con que las primeras explotaciones mineras debieron producirse durante la “Edad del Cobre”, hace al menos unos 4.000 años. No existe evidencia directa de este hecho, pero es evidente la presencia de pequeñas labores mineras, muy antiguas, en la Sierra de Lújar.  También existen numerosos yacimientos arqueológicos en los que se registran la presencia de escorias de fundición, cuyas edades van desde el Calcolítico (Edad del Cobre) hasta casi la actualidad. Son numerosos los pueblos asociados a estos restos: Íberos, Púnicos, Romanos, Árabes… Pero el verdadero empuje de la minería en la Sierra de Lújar no se produce hasta el siglo XVII. En 1.842 existen en la zona cuatro fundiciones, 59 minas de plomo y 5 de cobre. Es en esta época cuando la Sierra de Lújar se convierte en el mayor coto minero de España. Estas explotaciones se mantienen en funcionamiento hasta los años 80 del siglo XX.
 
 
 
 
 
 
En la Sierra de Lújar, la mineralización de plomo (galena, cerusita y anglesita) y fluorita se encuentra ligada a las calizas masivas y con intercalaciones de dolomías con estructura “franciscana” del Triásico de edad Ladiniense.  Está asociada a dos importantes horizontes dolomíticos, con una anchura de 3 Km y una extensión aproximada de 10 Km en dirección Noreste-Suroeste. El espesor varía entre 2 y 12 metros, con leyes del 1,85% de Plomo y 34% de Fluorita. La última actividad minera de la zona fue desarrollada por la Sociedad Minas de Órgiva, S.A. (MINORSA), constituida por S.M.M. de Peñarroya-España, S.A. y por Minas de Almagrera, S.A. La explotación seguía el método de cámaras y pilares. El mineral era transportado por cable aéreo al lavadero, situado en los Tablones de Órgiva, con una capacidad para 400 toneladas de mineral diarias. Con más de 100 Km de galerías y un desnivel total superior a los 500 metros, esta explotación es una de las más extensas de la minería del plomo en Europa.
 
 
 
 
       
                    GALENA                                        FLUORITA                                   CERUSITA                               ANGLESITA               


Las reservas de Flúor de Sierra de Lújar se estiman en 175.000 toneladas seguras y 2.100.000 de probables, calculándose que las reservas geológicas puedan alcanzar los 15.000.000 de toneladas.


Hidrogeología y geomorfología:

El tramo de rocas carbonatadas de la Sierra de Lújar constituyen un importante acuífero en el Sur de la Provincia de Granada. El acuífero posee una extensión de unos 100 km2, ocupada mayoritariamente por las calizas y dolomías del Triásico pertenecientes al Complejo Alpujárride. Los materiales de comportamiento impermeable corresponden a las formaciones metapelíticas (filitas, cuarcitas, esquistos).

Esta formación carbonatada tiene un espesor aproximado de 1.500 metros y conforma  un conjunto permeable por fisuración. Efectivamente las deformaciones sufridas por las rocas, durante la formación de la Codillera Bética, han ocasionado un gran fracturación, a veces microscópica, de las mismas. Esta circunstancia hace que el acuífero se descargue paulatinamente, en vez de hacerlo más bruscamente, como ocurre en el caso de los acuíferos kársticos. La principal recarga del acuífero procede de la infiltración directa de la precipitación, lo que representa unos 53 Hm3 anuales. También es importante la aportación al acuífero del río Guadalfeo, que entre Órgiva y su confluencia con el río Izbor, se comporta como “perdedor”, ya que transfiere al acuífero de Lújar unos 13 Hm3 por año. De esta forma los recursos del acuífero de Lújar se estiman en unos 66 Hm3 año.
 
 
 
Las principales descargas visibles, se localizan en el Oeste y Norte del acuífero. En el borde occidental, en cotas en torno a los 200 msnm, se localizan dos zonas de descargas importante, en Vélez de Benaudalla, con un caudal medio de unos 250 l/s y el área de Rules con unos 130 l/s visibles y una descarga oculta hacia el río Guadalfeo del orden de 300 l/s. En el conjunto se estima que la descarga en este sector rondaría los 1.000 l/s. El borde septentrional corresponde al contacto entre los materiales carbonatos de la Sierra de Lújar con los aluviones del río Guadalfeo. En este las descargas visibles, entre los 300 y 500 msnm, son mucho menores, como los nacimientos del Castillejo (25 l/s) y Raja-Tablones de Órgiva (< 10 l/s). Sin embargo debe tenerse en cuenta la descarga oculta hacia el Río Gudalfeo, a través de los aluviones, que se estima en unos 500 l/s.

Especialmente interesante es el manantial de La Colorá (cercano a los de Rules), por tratarse de una surgencia de aguas termales, con una temperatura de salida de entre 25 y 26º C, lo que supone unos 7º C, sobre la temperatura anual media del aire, en esta área. El termalismo de este manantial evidencia una cierta circulación en profundidad y un ascenso rápido, a favor de fracturas. Otras surgencias de mucha menos importancia se encuentran en el Este de la Sierra de Lújar.

Existen dos tipos básicos de aguas, las menos mineralizadas, son bicarbonatadas cálcicas y cálcico-magnésicas y por otro lado las mineralizadas, que son sulfatadas cálcicas (Manantial de la Colorá).

Este es un acuífero de gran interés, ya que carece en la actualidad de explotaciones significativas y representa una reserva estratégica en un sector de gran demanda de agua, como es la costa tropical granadina.

Desde el punto geomorfológico la Sierra de Lújar no presenta hitos destacables. Presenta una morfología de domo rocoso con un mayor desarrollo en la dirección Este-Oeste. Quizás el hecho más destacable sea el encajonamiento de la red de drenaje (barrancos muy escarpados) indican una rápida elevación, en tiempos muy recientes (desde el Mioceno superior ), de la sierra.

Los procesos kársticos son poco evidentes y las cuevas y galerías muy escasas en número y continuidad. Es en las cumbres donde pueden verse algunos de los efectos del modelado kárstico, como lapiaces, sumideros y escasas dolinas. Es evidente que los materiales carbonatados aún no han estado el suficiente tiempo sufriendo los procesos de disolución, para desarrollar un karst maduro, ya que la Sierra de Lújar, por pertenecer a las Unidades inferiores del Complejo Alpujárride, son las últimas que han quedado exhumadas y por tanto expuestas a la acción de los agentes meteorológicos.

Sin embargo existen dos peculiaridades geomorfológicas interesantes de destacar, como son los travertinos de Vélez de Benaudalla y los Tablones (nombre popular con el que se conocen a ciertos depósitos periglaciares cementados).

Los travertinos, son formaciones rocosas muy recientes (Pleistoceno) que se forman por la precipitación de carbonato cálcico, sobre vegetales y otras superficies rocosas preexistentes. Esto ocurre en las áreas de surgencias, manantiales y cabeceras de ríos. El agua cuando atraviesa el interior del acuífero fisurado carbonatado, disuelve parte de la roca y por lo tanto se enriquece en bicarbonatos y carbonatos cálcicos. Cuando sale al exterior las condiciones de temperatura y presión cambian bruscamente, así precipita parte de la carga mineral que había adquirido previamente el agua. Como en Vélez de Benaudalla existen múltiples surgencias y antiguas terrazas fluviales, se han formado sobre estas y la vegetación las rocas travertínicas, que vemos en la actualidad. Especialmente bellos son los travertinos situados en el talud de las antiguas terrazas fluviales. En estas áreas se formaron cascadas en las que las plantas rupícolas fueron “tapizadas” por una costra de carbonato cálcico, a veces tan fina, que es posible reconocer el tipo de planta. Incluso hoy día existen varias cascadas, en el que este fenómeno sigue desarrollándose.
 
 
 
 
 
Los tablones están constituidos por brechas cementadas que forman superficies de suave pendiente, casi horizontal, y que son la transición entre las fuertes pendientes de la Sierra de Lújar y las más suaves de los materiales silíceos (filitas y esquistos ). Casi siempre se encuentran en los bordes de la formación carbonatada de Sierra de Lújar. Aún no está perfectamente definido el origen de su formación. Sin embargo la más plausible parece indicar que son depósitos ocurridos en ambiente periglaciar, durante las épocas de deshielo. Ejemplos son: “Los Tablones de Órgiva”, “los Tablones de Motril”, “La pradera de Lagos”, etc…

 
 
 


 
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